El poder de repulsion en Ali (I) Enemigos de Ali (p)
Por: Prof. Murtada Mutahhari
COMO ‘ALÍ HIZO ENEMIGOS
Limitaremos nuestra discusión، en esta parte، al período de alrededor de cuatro años de su califato. ‘Alí، no obstante، fue todo el tiempo una personalidad polarizadora، manifestando siempre ambos poderes de atracción y repulsión. Podemos ver incluso en los orígenes mismos de la era islámica que hay un grupo que gravita más en torno a ‘Alí y otro que no tiene tal buena conexión con él y que ocasionalmente se lamentó de su existencia.
Pero el período del califato de ‘Alí، y de manera análoga la época posterior a su muerte، es decir el período de la aparición de la «historia» de ‘Alí، fue la época de mayor manifestación tanto de la atracción como de la repulsión a su respecto; esto en razón de que antes del califato sus vínculos con la sociedad eran pocos، y también menor su efecto de polarización.
‘Alí fue un hombre que hizo enemigos y provocó displacer en la gente، y ésta، también، es otra de sus grandes glorias. Todo hombre de principios que tiene un objetivo y lucha por él، particularmente los revolucionarios que procuran instaurar sus sagrados objetivos y a los cuales se refieren las palabras de Dios: «Combaten por la Causa de Dios y no temen el reproche de los reprochadores» (5:54)، hace enemigos y deja insatisfecha a cierta gente. Así، si sus enemigos no hubieran sido mayores en número que sus partidarios، especialmente en su propia época، ello no se habría extendido hasta nuestros días.
Si la personalidad de ‘Alí no fuera hoy distorsionada، y se la presentara tal cual es en realidad، muchos de los que pretenden actualmente ser sus partidarios se alinearían con sus enemigos.
El Profeta (BPD) envió a ‘Alí como comandante de un ejército que marchó hacia el Yemen. Al retornar él se dirigió a La Meca para encontrarse con el Profeta y، al llegar a las inmediaciones de la ciudad designó a uno de los soldados como su reemplazante y se apresuró a entrar en La Meca para rendir un informe de su expedición al Mensajero de Allah. Esa persona que quedó a cargo de los expedicionarios dividió las vestimentas que ‘Alí había traído entre los soldados para que ellos pudieran entrar en la ciudad con nuevas ropas .
Cuando ‘Alí volvió le objetó al hombre su acción، y lo reprobó por falta de disciplina، porque no debía tomarse ninguna decisión sobre esas vestimentas hasta tanto no se recibieran órdenes expresas del Profeta (BPD) sobre qué hacer con ellas. A los ojos de ‘Alí tal acto no fue sino un acto de expropiación de baitu-l-mál (el Tesoro Público que pertenece a la comunidad y que administra el gobernante) sin la autorización y sin obtener el permiso del líder de los musulmanes. Por esta razón ‘Alí dio órdenes de que ellos debían devolver las vestimentas y las puso en un lugar especial hasta que pudieran ser entregadas al Profeta y éste tomara una decisión a su respecto. A causa de esto، los soldados de ‘Alí se disgustaron y، tan pronto como llegaron ante el Profeta، se quejaron de la dureza de aquél sobre el asunto de las vestimentas. El Profeta entonces se dirigió a ellos diciendo: «¡Gente! No os quejéis de ‘Alí، porque por cierto él está más intensamente comprometido con la Causa de Dios que quien se queja».
A ‘Ali nada lo preocupaba o distraía de la Causa de Dios. Más aún، si mostraba interés por alguien o se preocupaba por él، era por Dios. Naturalmente، tal actitud le granjeó enemigos y ofendió a aquellas almas engreídas y codiciosas provocándoles repulsión.
Ninguno de los compañeros del Profeta (BPD) tuvo amigos tan fervientes como los que ‘Alí se granjeó، así como ninguno tuvo tan peligrosos e implacables enemigos. El era consciente de esto y previó estas cosas، y por eso dispuso en su testamento que el lugar de su tumba no debía ser conocido sino por sus hijos hasta que hubiera pasado más de un siglo y los Omeyas hubieran sido destronados، los jariyitas aniquilados o debilitados، y de esta forma hubieran disminuido los intentos de venganza، y fue recién entonces que el Imam Al-Sadiq indicó el lugar en que reposaban sus restos.
LOS NAKIZUN، LOS QASITUN Y LOS MARIQUN
En el período de su califato ‘Alí rechazó a tres grupos de sí con los cuales libró batallas: la gente de la batalla de Al-Yamal (el camello)، a los cuales él mismo denominó al-nákizún (aquellos que quebraron el pacto de fidelidad) ; los de la batalla de Siffín، a quienes llamó al-qásitún (los que se han desviado) ; y por último los que lo enfrentaron en la batalla de Nahrawán، los jariyitas، a quienes indicó como al-máriqún (aquéllos que han errado sobre la verdad de la religión) .
Dijo ‘Alí: «Cuando me hice cargo del gobierno rompió el pacto un grupo; otro erró a la verdad de la religión، y otro se desvió» .
Los nákizún eran del tipo de mentalidad que idolatra el dinero، gente codiciosa y prejuiciosa. Los sermones de ‘Alí acerca de la justicia y la igualdad fueron los que más afectaron a este grupo.
La mentalidad de los qásitún، por el contrario، se inclinaba por la política، el engaño y la sedición. Mataron para obtener las riendas del poder y para minar las bases del gobierno de ‘Alí y su autoridad. Algunas personas le aconsejaron a ‘Alí llegar a un acuerdo con ellos y darles al menos algo de lo que pedían، pero éste no aceptó porque no era una persona de hacer este tipo de cosas. El estaba siempre dispuesto a combatir la injusticia y no para darle su aval. Mu’auiah y su camarilla estaban contra el fundamento del gobierno de ‘Alí، y por ende los qásitún no querían sino conseguir para sí el califato. La guerra que el Príncipe de los creyentes libró contra ellos fue en realidad una guerra contra la sedición y el doble discurso.
El tercer grupo، llamado los máriqún، eran del tipo de mentalidad fanática، santurrona، y de peligrosa ignorancia. En relación a este grupo ‘Alí ejerció una poderosa repulsión y ellos se mantuvieron a su respecto en un estado de absoluta no-conciliación.
Una de las manifestaciones en ‘Alí de la completitud y perfección de su ser es que، cuando le fue requerido، enfrentó a las diversas facciones con energía y combatió contra ellas. Lo vemos en escena ya sea combatiendo contra los adoradores del dinero y de este mundo، otras veces luchando contra los políticos profesionales del tipo más hipócrita، y otras por último contra los ignorantes، los desviacionistas que despliegan una falsa piedad.
Nuestra discusión estará orientada hacia el último grupo، los jariyitas. Aunque fueron totalmente derrotados y ya no existen، constituyen un tramo corto aunque instructivo y admonitorio de la historia. Su manera de ser y de pensar ha echado raíces entre los musulmanes y، consecuentemente، su espíritu ha existido siempre، y todavía existe en la forma de personas santurronas y fanáticas. Persiste desde hace catorce siglos، aunque los jariyitas e incluso su nombre hayan desaparecido، y esto constituye un grave obstáculo al avance del Islam y los musulmanes.
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COMO SURGIERON LOS JARIYITAS
La palabra «jauáriÿ» (de donde deriva la forma castellanizada «jariyitas»)، esto es، «rebeldes»، viene de «jurúÿ» ، que significa «revuelta» e «insurrección». Este grupo surgió durante el proceso de arbitraje. La batalla de Siffín، en el último día de lucha، se estaba volcando en favor de ‘Ali. Mu’auiah، consultando con Amr ibn Al-As، concibió una hábil estratagema. Había percibido que todos sus esfuerzos no habían servido de nada y que estaba a un paso de ser derrotado definitivamente. Se percató de que no había forma de salvarse excepto echando mano del recurso de crear confusión. Ordenó entonces que los suyos ataran ejemplares del Corán a las puntas de sus lanzas para mostrar que eran gente de oración y de la Revelación، y que el Libro divino debía ser usado para arbitrar entre ambos bandos. No era la primera vez que esto se había hecho، pues ya ‘Alí lo había pedido con anterioridad pero no había sido aceptado. Incluso en ese momento Mu’auiah y los suyos tampoco lo aceptaban، era sólo un subterfugio para salvarse y escapar de una derrota segura.
‘Alí gritó: «¡Atacadlos! Están usando las páginas y el papel del Corán como una artimaña. Quieren protegerse detrás de la escritura del Corán y después seguirán con su misma conducta anticoránica. Cuando se usan para oponerlos a su misma verdad (el contenido de la Revelación)، el papel y las tapas del Corán no tienen ningún valor y no merecen respeto; yo soy quien representa la realidad y la verdadera manifestación del Sagrado Corán. ¡Ellos sólo usan el papel escrito del Libro para destruir su verdad y su significado!»
Un grupo (del ejército de ‘Alí) de gente sin discriminación، ignorantes y santurrones، que constituían una porción considerable del total، comenzaron a discutir y gesticular entre sí. ¿Qué quiere decir ‘Alí? Gritaban: «¿Debemos pelear contra el Corán?» «Nuestra lucha es para restablecer el Corán، y ahora ellos se han sometido al Corán، entonces، ¿por qué peleamos?»
«Yo también digo que estoy combatiendo por el Corán»، repuso ‘Alí، «pero ellos en realidad no tienen ningún vínculo con el Corán. Lo han esgrimido como un medio para salvarse».
Hay una cuestión en la ley islámica، en el capítulo referido al ÿihád (la lucha por la Causa de Dios)، concerniente a la situación de impíos que se escudan detrás de los musulmanes. El problema concreto es qué hacer si los enemigos del Islam colocan a un grupo de musulmanes prisioneros de guerra al frente de sus filas para utilizarlos como escudo، y ellos continúan desde atrás con su actividad (de ataque)، de manera tal que si las fuerzas islámicas tratan de defenderse o atacan para detener su avance، no queda más alternativa que eliminar a sus hermanos musulmanes que fueron puestos como escudo. Es decir، no hay posibilidad de acceder al combate y al ataque del enemigo si no es matando a los musulmanes، y dado que en esta situación la muerte de algunos musulmanes se vuelve de interés vital para el Islam، y para salvar la vida del resto de los musulmanes، la ley islámica lo permite. En última instancia، ellos también son soldados del Islam y se convertirán en mártires por la Causa de Dios. No obstante la indemnización correspondiente que establece la ley debe pagarse del tesoro público a los parientes sobrevivientes. Esta، desde luego، no es una particularidad de la ley islámica، sino que es una ley general del derecho internacional y de las regulaciones de la guerra y las acciones militares: que si el enemigo utiliza prisioneros de las propias fuerzas (para escudarse en ellos) uno puede eliminar estas fuerzas para llegar al enemigo y obligarlo a retroceder .
«Aún cuando fueran verdaderos musulmanes، vivos (frente vuestro)»، continuó argumentando ‘Alí، «el Islam diría ‘¡Atacad!’ para asegurar la victoria de los musulmanes، no puede haber objeción entonces respecto del mero papel escrito de los libros. El respeto por las páginas escritas es debido en virtud de su contenido y su significado. Hoy la lucha es por el contenido del Corán، pero esta gente ha esgrimido sus páginas para destruir el significado y el contenido del mismo.»
No obstante esto، los ignorantes y fanáticos bajaron una negra cortina sobre sus ojos y se negaron a percibir la realidad. «Además del hecho de que no combatiremos contra el Corán» —dijeron— «está que sabemos que luchar con él es en sí un pecado، y en consecuencia mataremos para impedirlo. Lucharemos contra quienes combatan contra el Corán». Sólo se necesitaba una hora para asegurarse la victoria; Málik Al-Ashtar، que era un oficial valiente y fervoroso، había avanzado para destruir el pabellón de comando de Mu’auiah y así limpiar de obstáculos el camino del Islam. En ese preciso momento este grupo de ignorantes presionó a ‘Alí advirtiéndole que atacarían por la retaguardia (a las fuerzas leales al Príncipe de los creyentes). ‘Alí les urgió a no hacerlo، pero ellos subieron el tono de su protesta y، lo que es más، dieron evidentes muestras de obstinación y determinación.
‘Alí envió un mensaje a Málik para que detuviera el ataque y que volviera del frente de batalla. Este envió como respuesta a ‘Alí que si éste le daba su autorización en breves momentos la batalla habría terminado y el enemigo aniquilado. Pero los jariyitas sacaron sus espadas y amenazaron con cortar a ‘Alí en pedazos si no lo hacía volver.
Nuevamente se dirigió un mensaje (a Málik) sobre que si quería ver a ‘Alí vivo، debía detener la batalla y regresar. Regresó y entonces el enemigo festejó con júbilo la eficacia demostrada por su estratagema.
Se interrumpió la lucha para proceder a un arbitraje en base al Sagrado Corán. Se estableció un comité de arbitraje، y se seleccionaron para integrarlo árbitros de cada bando en pugna para que dispusieran las bases de un acuerdo entre ellos según el Corán y la Sunnah y poner así fin a las hostilidades; o de lo contrario se añadiría una nueva diferencia a las ya existentes y eso provocaría que la situación se deteriorara.
‘Alí dijo que ellos debían elegir su árbitro، y que entonces él indicaría el suyo. Sin la menor disputa ellos unánimemente eligieron a ‘Amr ibn Al-As ، el autor de la estratagema (de colocar los coranes en la punta de las lanzas). ‘Alí propuso a Abdullah ibn Al-Abbás، que era un hombre versado en política، o a Málik ibn Al-Ashtar، un sacrificado y esclarecido hombre de fe، o bien a alguien como ellos. Pero los necios buscaban una persona como ellos، y eligieron a Abu Musa Al-Ash’ari، un hombre falto de perspicacia y que no estaba en buenos términos con ‘Alí. Y a pesar de todo lo que se esforzaron ‘Alí y sus compañeros por hacerle entender a esta gente de que Abu Musa no era el hombre indicado para esta tarea y que tal designación no le cabía، ellos dijeron que no estarían de acuerdo con nadie más. Luego agregaron que، dado que la situación había llegado a ese estado، ellos harían lo que quisieran. Y así، por último، eligieron a este Abu Musa como el árbitro de parte de ‘Alí y sus compañeros.
Después de meses de deliberaciones، ‘Amr ibn Al-As le dijo a Abu Musa que lo mejor sería que ni ‘Alí ni Mu’auiah fueran califas، y que debía elegirse a un tercero، y que si no había nadie más، ellos no elegirían sino a Abdullah Ibn Umar، el yerno de Abu Musa. Abu Musa estuvo de acuerdo y preguntó qué debía hacer. ‘Amr ibn Al-As dijo: «Debes separar a ‘Alí del califato، y yo haré lo mismo con Mu’auiah. Entonces los musulmanes podrán elegir a la persona de más mérito quien será seguramente Abdullah ibn Umar. Y así quedarán destruidas las raíces de la sedición».
Acordaron sobre este punto y anunciaron que la gente debía reunirse para escuchar sus conclusiones.
La gente se reunió. Abu Musa se volvió hacia ‘Amr ibn Al-As para que se pusiera de pie y comunicara su opinión. ‘Amr ibn Al-As dijo: «¿Yo? Tú eres más respetado، un hombre de blanca barba، un compañero del Profeta. ¡Jamás presumiría hablando antes que tú!»
Abu Musa se dirigió entonces al estrado para hablar. Los corazones latían con fuerza، los ojos estaban fijos en él، y los presentes contenían la respiración ansiosos por conocer cuál había sido el resultado. Comenzó a hablar: «Después de una cuidadosa deliberación sobre la base de los intereses de la comunidad، opinamos que ni ‘Alí ni Mu’auiah deben ser califas. Más que esto no podemos decir، porque los mismos musulmanes saben lo que desean». Luego tomó su anillo de un dedo de la mano derecha y dijo: «Separo a ‘Alí del califato igual que saco este anillo de mi dedo».
Cuando hubo finalizado bajó del estrado y entonces Amr ibn Al-As subió y dijo: «Habéis oído todos el discurso de Abu Musa diciendo que él ha removido a ‘Alí del califato. Yo también lo separo del califato igual que lo hizo Abu Musa.» Entonces sacó su anillo de su mano derecha y lo puso sobre su mano izquierda y dijo: «Pongo a Mu’auiah en el califato igual que pongo este anillo en mi mano». Y cuando hubo dicho esto bajó del estrado.
La asamblea degeneró en un tumulto. La gente comenzó a atacar a Abu Musa y algunos lo golpearon con sus fustas. Abu Musa huyó hacia La Meca y Amr ibn Al-As se fue a Damasco.
Los jariyitas، que habían seguido la secuencia de estos eventos، vieron con sus propios ojos el escándalo de este arbitraje y comprendieron su error. Pero no pudieron comprender en qué residía exactamente su error. No dijeron que su error residía en haber caído en la trampa de Mu’auiah y Amr ibn Al-As y detenido la guerra; ni dijeron que al formarse el comité de arbitraje habían cometido un disparate en la elección de su representante al designar a Abu Musa como contraparte de Amr ibn Al-As. No، en lugar de esto dijeron que al poner dos seres humanos a arbitrar y ser jueces en cuestiones de la religión de Dios ellos habían ido contra la ley divina y cometido un acto de impiedad، porque el único juez es Dios، no el hombre.
Fueron entonces a verlo a ‘Alí y dijeron: «Nosotros no nos dimos cuenta، y elegimos un hombre como árbitro. Tú (por avalar este acto) te has convertido en un impío y también nosotros. Pero nosotros nos arrepentimos، tú también deberías arrepentirse. De otra forma la tragedia se repetirá.»
«En cualquier circunstancia»، respondió ‘Alí، «el arrepentimiento es bueno. Nosotros estamos siempre arrepintiéndonos de nuestras faltas.» Pero ellos dijeron que esto no era suficiente، que él tenía que confesar que el arbitraje era un pecado، y que él se arrepentía de ese pecado. Y ‘Ali respondió que no había sido él quien había propuesto el asunto del arbitraje، que habían sido ellos mismos، y que ellos mismos podían ver el resultado. Y lo que es más، cómo podía él declarar como un pecado algo que el Islam considera lícito، o confesar una falta que no había cometido.
A partir de ese momento los jariyitas pasaron a distinguirse y trabajar como una secta religiosa. Al principio sólo eran un grupo rebelde y amotinado، y fue por esa razón que fueron llamados «jauáriÿ»، pero gradualmente adquirieron para sí creencias básicas y crearon un «partido» que sólo tuvo un color político al comenzar، pero que luego paso a paso fue asumiendo la forma y el color de un grupo religioso. Posteriormente los jariyitas pasaron a la acción con una vehemente actividad propagandística en apoyo de su secta religiosa. Llegaron eventualmente a la idea de que habían descubierto una raíz mundana y corrupta en el seno del Islam، y extrajeron la conclusión de que Uzman، ‘Alí y Mu’auiah estaban todos en el error y el pecado. Decidieron que debían luchar contra la corrupción que había aparecido y le dieron (a su lucha) el nombre de «ordenar el bien y vedar el mal». Así fue como la secta de los jariyitas se manifestó bajo este slogan conductor.
Ahora bien، «ordenar el bien y vedar el mal» implica، antes que nada، dos principios fundamentales: uno es una profunda y sabia visión en la religión، y el otro la visión para saber cómo actuar. Si no hay un conocimiento profundo de la religión، como aprendemos de las tradiciones (ahádíz) los perjuicios en que se incurre al actuar son mayores que los beneficios. Y una profunda sabiduría sobre la correcta forma de actuar depende de dos condiciones que son llamadas، en la jurisprudencia islámica، ihtimálu-t-ta’zír، esto es la posibilidad de una acción efectiva، y ‘adamu tarattub-i-l-mafsadatin ‘alaih، es decir la ausencia de resultados negativos، y esto sólo puede lograrse cuando se ejerce la razón en estos dos deberes .
Los jariyitas no tenían ni un profundo conocimiento de la religión، ni sabiduría para la acción prudente; eran gente ignorante، carente de un conocimiento profundo. De hecho rechazaban todo tipo de conocimiento profundo en la acción، porque según ellos lo entendían este deber era simplemente una cuestión de obediencia y por ende sostenían que debía ser ejecutado ciegamente.
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LAS OPINIONES FUNDAMENTALES DE LOS JARIYITAS
Las opiniones fundamentales de los jariyitas están contenidas en estos cuatro puntos:
a) Consideraban a ‘Alí، a Uzmán، a Mu’auiah، a los que combatieron en la batalla de Al-Yamal (del camello) y a aquellos que aceptaron el arbitraje، a todos como infieles، excepto a aquellos que votaron por el arbitraje y luego se arrepintieron.
b) Consideraban como infieles a aquellos que no creían en la herejía e impiedad de ‘Alí، Uzmán y los otros mencionados en a).
c) La fe no era para ellos sólo la creencia sincera، sino que la puesta en acción de las disposiciones y el desistir de las prohibiciones era también parte de la fe. La fe era una cosa compuesta integrada por la creencia y la acción .
d) Había una necesidad incondicional de rebelarse contra el gobernante injusto y opresor. Creían que el principio islámico de «ordenar el bien y vedar el mal» no era condicional en ningún caso، y que en consecuencia esta orden divina debía ejecutarse en toda circunstancia.
Según estas opiniones esta gente comenzó su existencia afirmando que todos los hombres sobre la tierra eran infieles cuya sangre no tenía valor، estando todos condenados al fuego infernal.
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LO QUE CREÍAN ACERCA DEL CALIFATO
La única idea de los jariyitas que podría ser interpretada favorablemente por los pensadores modernos actuales es su teoría acerca del califato. Tenían de él un concepto cuasi democrático، pues sostenían que el califa debía ser elegido en elecciones libres، y que la persona más indicada era aquella que excedía a las demás en mérito en lo que respecta a la fe y la piedad. Podía pertenecer o no a Quraish (la tribu del Profeta)، ser de una tribu distinguida o famosa، o bien de un origen insig¬nificante، árabe o no árabe.
Y sostenían que si después de su elección y de que la comunidad le hubiera jurado fidelidad، él gobernaba en contra de los intereses de la Ummah del Islam، debía ser separado del califato، y si se rehusaba، tenía que ser combatido hasta matarlo.
En el tema del califato tomaron una posición opuesta a la de la escuela shiíta، la que afirma que éste es una función delegada por Dios y que por ende el califa sólo puede ser alguien nominado por el Altísimo. Los jariyitas a este respecto también se oponen a los sunnitas quienes afirman que el califato pertenece a Quraish (ya que sostienen firmemente el principio «innamá-l-a’immatu min quraishin»)، «por cierto que los conductores (líderes، imames) son de Quraish».
Aparentemente esta opinión jariyita acerca del califato no es algo a lo que hayan arribado desde el comienzo mismo de su aparición (como secta islámica)، porque، según lo que nos dice su famoso slogan «lá hukma illa lil-láh» (no hay autoridad excepto la de Dios)، y también según lo que extraemos del Nahÿu-l-Balaga ، creían al principio que el pueblo y la sociedad no necesitaban un líder o un gobierno، sino que el pueblo debía por sí mismo poner en práctica el Libro de Dios.
Posteriormente sin embargo، volvieron sobre sus pasos en este dogma y juraron fidelidad (como conductor) a Abdullah ibn Al-Wahab .
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LO QUE CREÍAN ACERCA DE LOS CALIFAS
Ellos reconocían como justos los califatos de Abu Bakr y Omar، porque creían que estas dos personas habían sido correctamente elegidas y no se habían desviado de la senda del mayor bien para la comunidad، ni habían cometido nada que atentara contra el mejor interés común. Reconocían también la elección de Uzmán y ‘Alí como correctas; pero sostenían que hacia el sexto año de su califato Uzmán cambió de dirección e ignoró lo que era de mayor interés para los musulmanes. Debía en consecuencia ser depuesto del califato، pero dado que continuó en su puesto fue muerto como un infiel، y matarlo era un deber religioso. En cuanto a ‘Alí، dado que aceptó el arbitraje y posteriormente no se arrepintió، fue muerto como un infiel y matarlo era un deber religioso. En resumen denunciaban el califato de Uzmán después de su séptimo año، y el de ‘Alí después del arbitraje.
Rechazaron por lo demás al resto de los califas posteriores y estuvieron siempre en guerra con ellos.
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LA DECLINACIÓN DE LOS JARIYITAS
Este grupo surgió hacia el final de la cuarta década del primer siglo de la Hégira como resultado de un proceso de peligrosa tergiversación، y luego de un siglo y medio de vida، como consecuencia de la histérica temeridad e imprudencia demostrada، se convirtió en el blanco de la persecución de los califas، lo que llevó a esta secta a su fin، al total exterminio y aniquilación، al punto que al comenzar el régimen abbasida habían desaparecido casi totalmente.
Fue su lógica fanática e inflexible، la severidad y dureza de su comportamiento، la incompatibilidad de sus métodos con la vida real y، por último، su impetuosidad (que incluso rechazaba la taqíiah [disimulo de la propia creencia] en su sentido verdadero y razonable) lo que provocó su ruina y destrucción.
La secta de los jariyitas no era algo que realmente pudiera sobrevivir، pero su efecto residual ha perdurado; el pensamiento y las creencias del jariyismo ha tenido un efecto sobre el resto de las escuelas del Islam. Incluso en la actualidad، hay «nahrauanis» en abundancia y، igual que en la época de ‘Alí، son los más peligrosos de los enemigos internos del Islam. Igual que siempre lo han sido los Mu’auiahs y los Amr ibn Al-As، que utilizarán la existencia de los «nahrauanis» cuando el momento sea oportuno، incluso si se cuentan entre sus enemigos.
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¿SIMPLEMENTE UNA DIVISA?
Convertir la discusión sobre el jariyismo y los jariyitas en una discusión acerca de una secta religiosa es del todo inútil y no tendría ningún efecto، porque no existe tal secta actualmente. Pero sin embargo una discusión acerca de los jariyitas y la realidad de lo que hicieron es siempre instructiva para nosotros y para nuestra sociedad porque، aunque este grupo se haya extinguido، su espíritu no ha muerto. El espíritu del jariyismo ha estado encarnado en las campañas de muchos de nosotros.
Debo comenzar con una introducción. Es posible que algunas sectas puedan morir en lo que respecta a su lema o divisa distintiva، pero viven en espíritu، así como lo opuesto puede también ocurrir: una ideología puede vivir como un lema o divisa pero sin embargo estar completamente muerta en espíritu. Así es posible que uno o varios individuos puedan ser contados como seguidores y adherentes de esa secta de nombre، pero no en espíritu، y viceversa، esto es، que algunos pueden seguir alguna secta en espíritu aunque no acepten las divisas y slogans de la misma.
Para dar un ejemplo conocido por todos، en los mismos inicios (de la historia islámica)، después del fallecimiento del Profeta (BPD)، los musulmanes se dividieron en dos grupos: sunnitas y shiítas; los sunnitas sostienen una divisa y creen en un corpus de doctrina، y los shiítas en otro.
Los shiítas dicen que el califa inmediatamente después del Profeta debió ser ‘Alí، y que él (BPD) designó a ‘Alí para el califato como su sucesor por orden divina. Este cargo le pertenece entonces a ‘Alí como un derecho especial después del Profeta. Pero los sunnitas dicen que، en lo que respecta a la legislación islámica، no hay disposiciones especiales concernientes al califato o al imamato، y más bien que el asunto de elegir un conductor fue delegado en el pueblo mismo. Lo máximo que dicen es que la elección debe efectuarse entre los miembros de Quraish.
La shi’ah tiene algunas críticas para hacer a muchos de los compañeros del Profeta (BPD) que son considerados grandes personalidades، hombres distinguidos y famosos، mientras que los sunnitas toman una posición completamente opuesta a la de los shiítas en este asunto; ellos tratan a toda persona que fue denominada «compañero» del Profeta con una sorprendente y extravagante deferencia. Afirman que todos los compañeros del Profeta fueron hombres justos y rectos. La raison d’être (e.d.: su carácter distintivo) del Islam shiíta es trabajar por medio de la crítica، la investigación، la formulación de objeciones y la exactitud; la raison d’être del Islam sunnita es proceder encontrando la solución más conveniente، la justificación después del acto y la confianza en la providencia.
En esta época en la que vivimos، ¿es suficiente para que podamos reconocer a un hombre como shiíta con que diga «‘Alí es el califa inmediatamente después del Profeta»، sin requerir nada más de él? ¿No importa acaso qué espíritu o qué manera de pensar pueda tener?
Sin embargo، si fuéramos a retornar a los orígenes del Islam، nos encontraríamos con una particular forma de pensar que sería la forma de pensar del Islam shiíta، y serían sólo aquellos que piensan de esta forma quienes podrían sin reservas aceptar que la sucesión del Profeta le pertenecía a ‘Ali، sin que esto esté sujeto a ninguna duda o vacilación. Opuesto a este espíritu y a esta forma de pensar había otro espíritu y otra tendencia de pensamiento، que mediante una especie de justificación، explicación o interpretación، ignoró la sucesión del Profeta pese a tener una completa fe en él .
Y claro que el «cisma» islámico partió de allí، porque un grupo que era، desde luego، la mayoría، sólo vio la superficialidad de los hechos careciendo de visión para adentrarse y alcanzar la verdad profunda de los hechos. Vieron lo que era más evidente y encontraron la solución más conveniente. Dijeron que si algunos de los grandes hombres، los compañeros más ancianos، aquellos que habían servido al Islam durante mucho tiempo، tomaban una decisión، no podía decirse que estuvieran en el error. Pero otro grupo، que era la minoría، dijeron que ellos respetarían a cualquiera que respetara la verdad; sin embargo، donde vieran que los fundamentos del Islam eran violados، aún a manos de aquellos mismos personajes que habían servido al Islam durante largo tiempo، ellos ya no los respetarían. Dijeron que eran partisanos de los principios del Islam، no partisanos de las personalidades del Islam. El shiísmo se originó con este espíritu.
Cuando، en la historia del Islam، seguimos los pasos de Salmán Al-Farisi، Abu Dharr Al-Guifári، Al-Miqdád Al-Kindi، ‘Ammár ibn Iásir y otros como ellos، e investigamos qué fue lo que los persuadió de reunirse en torno de ‘Alí، encontramos que eran hombres de principios، que conocían los fundamentos de la religión y también los llevaban a la práctica. Sostenían que no iban a poner su vista y su comprensión en manos de otros، de suerte que si ésos cometían errores ellos también los cometerían. En realidad el espíritu de esta gente era del tipo que es dirigido por la verdad y los principios، no por los individuos y las personalidades.
Uno de los compañeros de ‘Alí fue severamente sacudido por la duda durante la batalla de Al-Yamal («Del camello»)، pues mirando en torno suyo vio de un lado a ‘Alí y a grandes figuras del Islam que se habían unido a él con sus espadas; y en el otro bando vio a ‘A’ishah، la esposa del Profeta، acerca de la cual dice el Sagrado Corán: «Y sus esposas (del Profeta) son sus madres (de los creyentes)». Junto a ‘A’ishah vio a Talhah، uno de los pioneros en el Islam، un hombre con buena reputación en el pasado، un experto luchador en el campo de batalla por el Islam، un hombre que había rendido grandes servicios a la Causa de Dios; y vio con ellos también a Al-Zubair، un hombre con un pasado aún mejor que el de Talhah، que había sido del número de aquellos que se habían reunido en la casa de ‘Ali el día de Saqífah .
Este pobre hombre se encontraba en un estado de gran desasosiego. ¿Qué ocurría? ¿No estaban acaso ‘Alí، Talhah y Al-Zubair entre los pioneros del Islam، los hombres más devotos، los más fuertes pilares de la religión? Ahora peleaban entre sí. ¿Quién estaba más cerca de la verdad? ¿Qué debía hacerse en este conflicto?
Pero cuidado، este hombre no debe ser inculpado exageradamente por su confusión. Quizá si nosotros nos hubiéramos encontrado en su misma situación، las personalidades de Talhah y Al-Zubair también habrían oscurecido nuestra visión.
Ahora (con el paso de los siglos) que vemos a ‘Alí، ‘Ammár، Uuais Al-Qaraní y otros enfrentados con ‘A’ishah، Al-Zubair y Talhah، no sentimos ninguna duda، porque contemplamos en el segundo grupo la impronta de los criminales، los signos del mal y la traición son evidentes en sus rostros، y cuando analizamos sus personas y sus personalidades concluimos en que son gente del Fuego. Pero si hubiéramos vivido en esa época، y supiéramos de sus brillantes antecedentes del pasado inmediato، quizá no hubiéramos permanecido inmunes a la duda.
Hoy sabemos que el primer grupo estaba en la verdad y el segundo en el extravío، y esto porque hemos llegado a conocer bien a ‘Alí y ‘Ammár por una parte، y a Al-Zubair y Talhah por la otra، como resultado del correr de la historia y la consecuente clarificación de los hechos، y es en este contexto que podemos juzgar correctamente. O bien، si no somos estudiosos o investigadores de la historia، hemos sido inculcados con la idea de que las cosas son así desde nuestra infancia. Pero en aquellos días no existía ninguno de estos factores.
De cualquier manera este hombre se animó a ir ante el Príncipe de los creyentes y preguntarle: «¿Es posible que Talhah، Al-Zubair y ‘A’ishah se hayan unido en el error? ¿Cómo pueden tan destacadas personas، estos grandes compañeros del Mensajero de Dios errar y seguir el camino de la falsedad? ¿Es esto posible?»
En respuesta a esto ‘Alí dijo algo que، según Taha Husain، el destacado intelectual y escritor egipcio، es el argumento más poderoso y extraordinario jamás expresado. Sobre esto escribió que después de cesada la Revelación y acallada la convocatoria celestial، no se oyeron palabras tan grandiosas como éstas . Dijo ‘Alí:
«Eres tú quien ha sido engañado. La verdad se ha convertido en error para ti. La verdad y la falsedad no pueden ser conocidas por la medida del poder de la personalidad de los individuos. No es correcto que tú primero sopeses las personalidades y luego peses la verdad o la falsedad según esos pesos: esto es verdad porque está de acuerdo con aquél، esto es falso porque no acuerda con ése. No، los individuos no deben constituir la norma para discernir la verdad y la falsedad. (Por el contrario) son la verdad y la falsedad las pautas para (juzgar a) los individuos y las personalidades.»
Esto significa que uno debe ser un conocedor de la verdad y la falsedad y no un conocedor de personas e individuos; uno debe medir a los individuos، sean grandes o pequeños، con la vara de la verdad، y si están de acuerdo con ella، aceptarlos، si no، rechazarlos. No cabe entonces la cuestión de si Talhah، Al-Zubair y ‘A’ishah están o no con la falsedad.
Aquí ‘Alí establece a la verdad misma como criterio de la verdad، y el espíritu del Islam shiíta no es sino éste. De hecho la escuela shiíta nace de una especial perspicacia y una particular concesión de importancia a los principios mismos، no a los individuos y a las personas. Es natural que los shiítas fueran los primeros creyentes y los principales destructores de ídolos.
Después del fallecimiento del Profeta (BPD) ‘Alí tenía treinta y tres años y lo apoyaba sólo un grupo menor que el número de los dedos de una mano; opuesto a él había hombres de sesenta años que eran una gran mayoría. La lógica de la mayoría fue que correspondía el camino de los líderes y los sheijs (ancianos)، que ellos no cometen errores y en consecuencia deben ser seguidos. La lógica de la minoría era que la verdad es lo que no yerra، y que los mayores debían estar de acuerdo con la verdad. Y esto permite comprender que sea tan numeroso el grupo de gente cuya divisa es la divisa del Islam shiíta، pero cuyo espíritu no es el espíritu de la shi’ah.
El camino del shiísmo es exactamente como su espíritu: discernir la verdad y procurarla. Y uno de los mayores efectos de esto es la polarización —atracción y repulsión—. No cualquier atracción y repulsión —ya hemos dicho que la atracción es a veces hacia la falsedad، la maldad y el crimen، y que la repulsión es a veces repulsión por la verdad y las virtudes humanas—، sino atracción y repulsión como las de ‘Alí. Porque el verdadero shi’ita es una copia de la conducta de ‘Alí; el shi’ita debe además، como ‘Alí، tener un carácter con esas dos facetas (de atracción y repulsión).
Esta introducción fue para que comprendiéramos que una secta o escuela religiosa puede morir، pero que su espíritu puede continuar vivo entre otra gente que aparentemente no sigue los dictados de ese grupo y que incluso se considera opuesta a él. La secta de los jariyitas ha muerto، es decir que no hay hoy sobre la tierra ningún grupo con este nombre que sea seguido por la gente. Pero، ¿está muerto también el espíritu de los jariyitas? ¿No se ha encarnado este espíritu، por ejemplo (¡Dios no lo permita!) entre nosotros، especialmente entre aquellos de nosotros que، valga la expresión، pretenden ser piadosos?
Este es un asunto que debe ser estudiado por separado. Si podemos conocer verdaderamente el espíritu de los jariyitas podremos quizá responder esta cuestión. Este es، en suma، el valor de una discusión acerca de los jariyitas. Debemos conocer por qué ‘Alí los repelió، o en otras palabras، por qué su poder de atracción no los convocó y، por el contrario، su poder de repulsión los rechazó.
Es cierto، como luego veremos، que no todos los elementos espirituales que se manifestaron en la personalidad de los jariyitas y en la formación de su manera de pensar estuvieron sujetos a la presión y la fuerza de repulsión del carácter de ‘Alí. Se podían encontrar muchos puntos positivos y excepcionales en su manera de ser، y si no se hubieran mezclado allí con una serie de puntos oscuros، habrían estado sujetos al efecto del poder de atracción de ‘Alí. Pero el lado oscuro de su espíritu era tan poderoso que ocuparon finalmente un lugar en las filas de sus enemigos.
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Fuente: POLARIZACION EN TORNO DEL CARACTER DE ‘ALI IBN ABI TALIB
Editorial Elhame Shargh
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